sábado, 2 de mayo de 2009

La paradójica desdicha que produce el amor

A veces creemos conocer suficiente acerca de la vida, de todos los altibajos que puedan llegar a suceder en esta, cómo solucionarlos y qué hacer en caso de que por alguna razón debamos dejar de depender de nuestro raciocinio.
Pero lo que es realmente seguro para mí es que ninguno de nosotros estamos preparados para enfrentar al flagelo más traicionero de todos los tiempos: El amor.
Realmente, muchos tenemos claro que uno de los deseos más profundos del ser humano es amar y ser amado. Vemos como las personas se enamoran sin ser correspondidas, como otros se quitan la vida por un amor no correspondido, como los celos se adueñan de ciertas personas y hasta llegan a asesinar, y no podemos afirmar que no haya sido por amor, ya que está comprobado que el amor es tan fuerte, que puede llegar a desquiciar a las personas. Está más que claro que queremos que nos amen a las buenas, a las malas o a las peores.
He pasado por varias etapas, en las que creí ser amado, otras, en las que creí que me amaban, pero lo cierto es que al final siempre terminé decepcionado.
Busqué y busqué en distintos tipos de personas alguien que pudiera llenar todas mis expectativas. En ocasiones pensaba que ya había encontrado la persona adecuada, pero siempre me daba cuenta, por cosas que sucedían, lo bastante lejos que estaba de encontrar al verdadero amor.
Siempre deseé tener una relación como la de mis padres, basada en la comunicación, el respeto, pero sobre todo el sano amor, por eso trataba de encontrar personas con temperamentos parecidos al de mi padre, o al de mi madre, pero terminé fracasando.
En la mayoría de las ocasiones, cuando nos sucede esto, simplemente nos damos por vencidos y creemos que no vale la pena seguir buscando, que ya nos quedaremos solos por el resto de nuestras vidas, que absolutamente nadie sabe valorarnos, en fin, entramos en un estado de depresión caótico. Conozco personas que inclusive en sus nicks de Messenger utilizan frases como “estoy realmente harto de la vida” “para que siquiera tomarse la molestia” y otras por el estilo.
Realmente creemos estar sufriendo porque UNA persona no nos ha correspondido o porque una relación no resultó como nosotros esperábamos. Creemos haberlo vivido todo ¡Si que somos patéticos!...
Debemos indagar con personas que tengan 25 años de feliz unión matrimonial, por ejemplo, cómo se conocieron, cómo fue que el destino los unió.
Sin salirme mucho del tema, quiero contar brevemente la historia de mis padres. Mi padre es dominicano, mi madre es colombiana. Mi padre en su juventud fue misionero cristiano, viajaba a varios países de Suramérica llevando el mensaje de salvación. Mi madre era estudiante no cristiana de Contabilidad de la Universidad de Medellín en Colombia. Dos personas de culturas diferentes, en puntos distintos del globo terráqueo era casi imposible que llegasen a conocerse, pero así fue, porque así estaba predestinado, ese era el plan de Dios para ellos. Enamorarse, casarse, procrear 4 hijos, y luego de tantos años, seguir juntos.
El punto al cual quiero llegar es el siguiente. Una sabia frase dice así: “Los mayores momentos de la vida vienen por sí solos. No tiene sentido esperarlos”. ¿Qué querrá decir esto?, pues lo que quiere decir es lo siguiente: El amor llegará por sí solo, ¿para qué salir a buscarlo? Independientemente a cuánto busques, a cuánto llores y supliques, a cuanto desees ser amado, a cuanto quieras tener a esa persona a tu lado para abrazarle, besarle o lo que sea que quieras hacer, el amor llegará a ti solo cuando él quiera, y llegará por si solo, no hay nada que puedas hacer para cambiar ese hecho. Todos tenemos derecho al amor, y a todos nos llegará el momento para poder amar y ser amados. Así que en lugar de perder el tiempo ya sea deprimiéndote, lamentándote, y teniendo lástima de ti mism@, aprovecha el tiempo preparándote, para que cuando llegue el tiempo en el que el amor te sonría, estés list@ y puedas vivir la hermosa experiencia del amor al máximo, tal como yo lo estoy haciendo…. Pero esa es otra historia!!!

sábado, 25 de abril de 2009

Cubrir una falta con una mentira, es reemplazar una mancha con un agujero.


Me siento mal, me siento terriblemente mal. A veces los causantes de mi dolor son las personas que más amo. Hay algo que realmente detesto, pero lamentablemente es imposible erradicar de este mundo. La mentira.


A veces queremos impresionar a los demás con lo asombrosas que son nuestras vidas, pero resulta
que los más impresionados somos nosotros; impresionados de que hayamos podido inventar tal fantasía.

Muchas veces cometemos errores, y para no quedar mal con los demás inventamos alguna excusa, una que es realmente creíble, y luego de haberla dicho, sentimos la conciencia que nos grita a todo pulmón "¡farsante!".

A veces hacemos enojar a personas que realmente nos importan, y para amarrar esa persona a nosotros, para evitar que esa persona nos haga saber su opinión acerca de nuestra actitud, nos inventamos un cuento de lo más triste, a tal grado, que dicha persona siente lástima por nosotros y, así evitamos el altercado.


Pero la verdad es que cuando particularmente yo me doy cuenta que me está mintiendo, siento
como si todo mi mundo se fuera abajo, porque es que no entiendo qué necesidad existe para alguien el no decir la verdad. Es triste, realmente triste que tengamos que inventar una historia para quedar bien, o para no enfrentar nuestras diferencias con nosotros mismos. Pero todavía queda alguien a quien tenemos que enfrentar. Nosotros mismos.

No sé como alguien puede siquiera dormir en la noche, sabiendo que le ha mentido a un ser amado. Imagino como serán las noches de esa persona. Preguntándose "¿por qué lo hice? ¿Por qué simplemente no dije la verdad?". Debe ser una tortura muy grande el saber que alguien confía en ti y tú has traicionado su confianza. Tiene que ser una carga muy grande saber que alguien cuenta contigo, tiene una imagen de ti, y esa imagen esta siendo arriesgada por una simple mentira. Lo único que deben pensar siempre los mentirosos es cómo hacer para que a quien le han mentido no lo descubra.

Pero esto no es el único castigo en vida para los mentirosos. Las personas que nunca pueden creer en nadie, que no confían en nadie, son precisamente las que acostumbran mentir. Tal como dijo el Padre Baltasar Gracián y Morales: "El mentiroso tiene dos males: ni cree ni es creído". "Es que sencillamente es difícil confiar en alguien, sabiendo que pueden existir personas que mientan tanto como uno", deben pensar los mentirosos.

Hay algo más que quiero agregar. El amor.... ¡El amor es verdad!, partiendo de esto ¿Cómo puede amar un mentiroso, si el amor es verdad? Por esto es que para alguien que habla mentira es tan fácil herir, ofender, traicionar, etc etc etc, porque su amor es un amor falso.

El libro más verás, la Biblia afirma lo siguiente: "El amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". Cuando un mentiroso está conciente del amor de
alguien, se aprovecha de esto, pues el amor TODO LO CREE, y partiendo de ahí, como NO SUFRE POR SU PRÓJIMO, HACE LO INDEBIDO, miente, hiere, ofende, y todas las cosas que sabemos que puede llegar a hacer.

Me hace sentir muy triste saber que los seres humanos hemos llegado a aprovecharnos del sentimiento más hermoso, el amor, para confundir a los demás, haciéndoles creer que sentimos algo verdadero, y así conseguir
todos los beneficios posibles.


jueves, 23 de abril de 2009

No hables si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio


He tenido la oportunidad de conocer muchas personas en la vida, y lidiar con distintos tipos de personalidades, lo cual me ha permitido saber cuales son las limitaciones y excusas que usamos los seres humanos, para dar nuestra “humilde opinión” acerca del arduo trabajo realizado por los demás, culpando de ello a nuestra personalidad crítica-analítica.
A veces creemos saber quienes somos, y admitimos que tenemos una personalidad “x”, y por ende, no responderemos a nuestras acciones al momento de sucedido un problema. Si somos ese “imponente colérico”, no nos importa qué tan mal podamos hacer sentir a nuestro prójimo, simplemente nos descargamos, porque sentimos esa necesidad de hacerlo, y realmente recordamos lo bien que se sintió el habernos descargado con aquella persona. Si somos el bufón sanguíneo, no solo hacemos burla de nuestro prójimo, sino también que humillamos a esta persona a tal grado, que bajamos su autoestima irremediablemente. ¿Qué decir del “abatido melancólico”? Estas son de las personas que luego de tener una discusión con alguien, se encierran en su habitación a lamentarse hasta por el día en que nacieron, recordando los “pocos momentos felices que han vivido” y desear con todas las fuerzas de su corazón que “llegue el día en que toda esa tristeza e infelicidad desaparezcan, poniendo fin a sus días de amargura”. Pero nos queda otro, el zángano flemático. Este es el que permite que le reprochen, le echen en cara asuntos pasados, e inclusive hasta que le insulten, todo esto sin perder la calma.
Pero lo que es cien por ciento seguro para mi, es que al momento de discutir con una persona, se nos olvida que esa persona tiene sentimientos, un corazón que puede ser herido, y que independientemente a que sane,
siempre queda una cicatriz.
He notado que muchas personas al momento de pedir perdón usan las siguientes frases en su discurso: “sabes que soy así” ó “en ese momento no estaba pensando” e instantáneamente pienso: “Pero es que Dios no nos dio a todos un raciocinio y un sentido común para saber las cosas que tenemos que decir y las que tenemos que callar”. Con razón dice un dicho “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”. Es realmente fácil decirle a alguien lo que pensamos de él o ella; pero debemos preguntarnos qué estará pensando esa persona al momento de escuchar nuestra opinión, cuál era su percepción de nosotros antes de escuchar nuestra crítica, y cual es la actual.
La vida para las personas que acostumbran “decir las cosas claramente” es sencilla en muchos aspectos. Realmente tienen cierto poder sobre la mentalidad de los demás, ya que suelen infundir cierto temor, y en ocasiones les llaman “ogros” o “santurrones que no rompen ni un plato”. Arriesgan muy poco, y no saben el gran daño que sus “críticas u opiniones” pueden llegar a hacer. Estas personas prosperan, se hacen famosísimos en los grupos, en los clubes, en fin, donde hay muchas personas y todo gracias a las malas críticas y malas opiniones (chismes) que difunden, todos por cierto muy divertidos de escuchar, pero es acerca del trabajo de los demás, trabajo del cual estoy cien por ciento seguro que dichos “críticos” no ayudaron en nada. Pero la triste realidad que deberán enfrentar es, el saber que serán sus mismas críticas, opiniones, sermones, boches e insultos los que los llevarán a la soledad, pues a nadie le gusta relacionarse con aquellos que solo están para fijarse en los defectos de aquellos que tienen miles de virtudes. Pero lo peor de todo, absolutamente TODAS LAS PUERTAS, les serán cerradas, incluso la puerta de los cielos. Solo esperemos enmendarnos a tiempo, y recordar esta atinada y sabia frase: “No hables si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio”.